Por Marina Parisi, publicado el 2018
El cáncer es la segunda causa de muerte en Chile, después de las enfermedades cardiovasculares, siendo el cáncer de próstata, estómago y pulmón el más frecuente en varones, según establece el Ministerio de Salud. En tanto que el cáncer de mama, vesícula y vías biliares son los más recurrentes en las mujeres. El gran problema es que esta enfermedad va en aumento cada año. Según cifras de la OMC (Organización Mundial de la Salud), en 2012 se registraron cerca de 7 millones de muertes por cáncer a nivel mundial y para 2020 la entidad estima que la cifra se elevaría a 10 millones.
Si bien hoy existen diversos tratamientos como la Quimioterapia y la Radioterapia (que no aseguran un 100% de efectividad, siendo sus efectos secundarios aún inciertos), la realidad es que no hay una cura para esta enfermedad, cuyo origen es multifactorial. Ello quiere decir que inciden una serie de factores de riesgo conductual como tabaquismo, dieta no saludable, sedentarismo y abuso del alcohol. De hecho, hay un gran debate en la comunidad científica, donde un importante número de especialistas asegura que la obesidad es la puerta de entrada para el cáncer, mientras que otra numerosa fracción de expertos apunta al tabaco como principal detonante.
Pero la mala alimentación, el tabaquismo y el alcohol no son las únicas causas. Los desequilibrios emocionales también inciden fuertemente, ya que éstos gatillan una alteración de la química natural del organismo. En este punto es importante recalcar que cada vez más, tanto médicos alópatas tradicionales como expertos de la nueva medicina energética o medicina integrativa, coinciden en aseverar que el STRESS (laboral, familiar, financiero, emocional, ambiental) sostenido por un tiempo, es uno de los principales gatilladores de cáncer.
“Efectivamente, el cáncer es una enfermedad epigenética (conjunto de reacciones químicas y demás procesos que modifican la actividad del ADN sin alterar su secuencia)”, asevera Nelba Villagrán, Nutricionista, Naturópata, Homotoxicologa y Experta Ortomolecular, “por lo que se pueden aplicar medidas preventivas, pero éstas no asegura un 100% de efectividad. En este sentido y en cuanto a la dieta, ayuda mucho evitar los alimentos ultraprocesados como los productos ahumados, azúcar y derivados, además de evitar el consumo de carne procesada en exceso”.
35% de los tumores están relacionados con la alimentación
“De hecho, en 1984 el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos estableció que un 35% de los tumores tenían su origen o estaban relacionados con factores alimentarios. Los expertos sitúan los factores alimentarios a la cabeza de los factores de riesgo tumoral, debido a una influencia ambiental externa. Siguiendo una dieta saludable, además de abandonar el tabaco, el 60-70% de los cánceres se pueden evitar”, asegura la nutricionista.
Hay alimentos que contienen fitoquímicos capaces de actuar en las distintas etapas del desarrollo de un tumor, precisa Villagrán, “evitando que éstos se formen, ayudando a eliminarlos, o bien, impidiendo que crezcan”.
Entre estos alimentos que han sido testeados In Vitro, la experta menciona el cacao, brócoli, ajo, cebolla, repollos, rábanos, nabos, limón, tomate y palta. Otros alimentos que también han sido evaluados en laboratorio y que ayudarían a prevenir el cáncer son la cúrcuma, jengibre, té verde, algas marinas, alcachofas, hongo shiitake, hongo maitake, apio, cereza, clavo de olor, manzana, piña, granada y aceite de oliva extra virgen.
Sin embargo, la Dra. Lilia Masson, Consejera Científica de ILSI Sur Andino y Presidente de CAPCHICAL, LATINFOODS, es enfática en subrayar que el cáncer es una de las enfermedades más complejas que hoy enfrenta la medicina moderna, y que todos estos alimentos testeados In Vitro (o en animales) no aseguran igual resultado en el organismo humano. Además, la especialista precisa “que hay factores ambientales contenidos en el aire, la tierra y el agua que también contribuyen a contaminar los alimentos que nos llevamos a la boca”.
¿Conclusión?, las personas aquejadas de cáncer deberán seguir un camino propio, buscando y probando los alimentos que efectivamente les ayudan a mejorar (no todos reaccionan de igual forma frente al consumo de algas, por ejemplo), además de indagar en las causas emocionales que han dado origen a su enfermedad y tratarlas.